miércoles, 8 de febrero de 2017

Estrés: V. El nervio vago

Caty es una mujer muy activa e inteligente, obtuvo las mejores calificaciones en la facultad, tiene un trabajo y pareja estables. Le apasiona hacerse fotos, tanto, que ha conseguido hacer de ello una actividad profesional, y habitualmente tiene sesiones que prepara con todo detalle e interés. Le encanta cantar, y le hubiera gustado mucho estudiar Arte dramático porque quería ser actriz. Atiende al móvil –los suele perder– a cada momento para gestionar su apretada actividad, sesiones y castings, como si fuese el último día de su vida. Caty reconoce vivir como si fuera a morir. De vez en cuando sufre síncope vasovagal, se desmaya. Esto puede ocurrir cuando el sistema nervioso se tranquiliza o relaja, y a través del nervio vago reduce drásticamente la frecuencia cardiaca y/o la presión arterial.

El vago, décimo par craneal, o neumogástrico, está directamente afectado por la actividad del sistema nervioso autónomo; regula las funciones lentas del organismo vinculadas a la restauración y el equilibrio homeostático: respiración, ritmo cardiaco, presión sanguínea, digestión; pero también la voz –inerva la laringe–, articulación y expresión facial, es decir: ¡la socialización!

Al parecer, la activación eléctrica del vago está demostrando ser muy eficaz en el tratamiento de diversas enfermedades. 

Los estudios demuestran que un tono vagal alto ayuda a nuestro cuerpo a regular mejor los niveles de glucosa en la sangre, reduciendo el riesgo de diabetes, derrames y enfermedades cardiovasculares. Un tono vagal bajo, sin embargo, se asocia a inflamaciones crónicas (Kevin Tracey, neurocirujano).

El neurocientífico Stephen Porges ha mostrado cómo un organismo sin estrés tiene el nervio vago activo, cumpliendo con las funciones homeostáticas saludables señaladas, pero también con un mejor desempeño sensorio-motor, y fortaleciendo las relaciones sociales, algo fundamental para los mamíferos. Porges (1992) explica que cuando el organismo se ve comprometido por factores externos, por ejemplo al sentirse observado, reduce el tono vagal. Cuando la situación se mantiene en el tiempo, la salud y la capacidad de resiliencia se ven mermadas: la función digestiva se verá retardada o paralizada pudiendo aparecer problemas con la alimentación, la función vocal y el lenguaje pueden verse afectados, aparecerán conductas socialmente poco eficaces.

El nervio vago parece cumplir un papel fundamental en la interacción social y la comunicación.

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