lunes, 27 de febrero de 2017

Estrés: VII. Preguntas e hipótesis

Si un sistema nervioso excitado (tono vagal bajo, psoas tenso) resulta poco eficaz para el habla en escena y en general para las tareas del actor, ¿por qué la situación escénica parece resultar tan atractiva para personas con alta excitación y ansiedad? Algunas posibles respuestas, y su incidencia en los estudiantes de Arte Dramático han sido estudiadas por Dolores Galindo (2015: 217 y ss), en un terreno previamente poco conocido.

Una hipótesis podría ser que el estrés de la escena retroalimenta la excitación. En otras palabras, ¿es posible que el sistema nervioso con ansiedad se sienta bien al reconocerse en su estado habitual? Algunas teorías interaccionistas del comportamiento afirman que las personas seleccionamos o creamos nuestros ambientes físicos y sociales de acuerdo a nuestras “disposiciones, preferencias, actitudes y estilos de vida (en suma, su personalidad)” (González, J. L. y López, R. 2016: 151). 

Por otra parte, si altos niveles de excitación reducen la percepción, la calidad del desempeño en escena, y la respuesta de interacción, ¿tal vez las artes escénicas, un medio altamente relacional, satisfaga necesidades de interacción social? Se ha demostrado que la empatía, la necesidad de aprobación social, y el deseo de gustar a los demás son rasgos de los estudiantes de Arte Dramático (Galindo, 2015: 217 y ss).

Necesitamos interacciones para desarrollar las habilidades de auto-regulación de la persona y el reconocimiento de los propios estados emocionales y físicos. Algunos estudios apuntan que la búsqueda de atención, el despliegue de emociones intensificadas, y niveles altos de ansiedad –junto a otros factores–, se relacionan con falta de auto-confianza, inseguridad, y necesidad de regulación de los sistemas emocionales del apego.

Porges (2017: 43) señala como hipótesis comprobada, que la regulación del sistema nervioso autónomo incide directamente en la regulación de las emociones, del estado de ánimo, y del sistema de conexión social, que es el que nos hace sentirnos seguros: un "imperativo biológico" entre humanos.

Pero cabe preguntarse por el papel que cumplen los modelos sociales (económicos, culturales…). Sabemos que los modelos emocionales operan en el cerebro de manera inconsciente e irracional, y que no son modelos individuales, sino principalmente interactivos e intersubjetivos. Entonces, ¿qué papel pueden estar cumpliendo los modelos visuales, los del éxito, o los de interacción a través de las redes sociales? ¿Se busca a través de la escena una proyección, la identificación con los modelos de éxito social?


REFERENCIAS:
Berceli, D. (2015) Shake it off naturally. CreateSpace Independent Publishing Platform.
Ilgner, A. (2008) Guerreros de la roca. Entrenamiento mental para escaladores. Madrid: Desnivel.
Galindo, D. (2015) Inteligencia Emocional y Personalidad de los Alumnos de Arte Dramático: ¿Qué los Define como Actores y Directores? Tesis doctoral. Murcia: UM.
González, J. L. y López, R. (2016) Personalidad y comportamiento. Perfilación indirecta de personalidad. En: López, R. Gordillo, F. Grau, M. (2016) Comportamiento no verbal. Más allá de la comunicación y el lenguaje. Madrid: Pirámide.

Koch, Liz (2012) Core Awareness. Enhancing Yoga, Pilates, Exercise, and Dance. Berkeley: North Atlantic Books.
Myers, T. W. (2015) Vías anatómicas. Meridianos miofasciales para terapeutas manuales y del movimiento. Barcelona: Elsevier.
Porges, S. (1992) El tono vagal: un indicador fisiológico de la vulnerabilidad al estrés. Pediatrics, Vol. 90, No. 3, Septiembre 1992, pp 498-504.
Porges, S. (2011) The polyvagal theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, ans Self-regulation. New York: Norton&Company.

Porges, S. (2017) Guía de bolsillo de la Teoría polivagal. El poder transformador de sentirse seguro. Sitges: Eleftheria.
Vince, G. (2015, 7 del 12) ¿Cómo piratear tu sistema nervioso? Un nervio conecta nuestros órganos vitales y conforma nuestra salud. Si aprendemos a controlarlo, el futuro de la medicina será eléctrico. El País. Recuperado de:  http://elpais.com/elpais/2015/11/30/ciencia/1448898661_768854.html?rel=cx_articulo - cxrecs_s


domingo, 12 de febrero de 2017

Estrés: VI. El psoas

Es uno de los músculos –hasta ahora– menos conocidos del cuerpo; de hecho la mayoría no sabe ni que existe: probad a preguntar en casa. Sin embargo es largo y fuerte. Todos sabemos que por delante tenemos los abdominales, y por detrás los lumbares; pero ignoramos que entre ambos, profundamente, está el psoas. Enlaza las piernas con la columna vertebral a través de la pelvis y el abdomen, de modo que es un potente estabilizador de la postura erguida y de la marcha.

El caso es que tiene una estrecha conexión con el diafragma pues comparten inserciones y fascias. Cuando el cerebro percibe peligro, lanza adrenalina que afecta inmediatamente al psoas desde las glándulas suprarrenales: se contrae para huir rápidamente (correr ha sido durante mucho tiempo la mejor defensa), golpear, proteger el abdomen y los genitales. En clase lo hemos experimentado: un susto sin previo aviso, y los cuerpos se encogen a una velocidad que nunca podrías conseguir voluntariamente. El responsable es el psoas. Al parecer, de él vienen esas sensaciones en la tripa, ya sean de miedo o de “aleteo”, ya sean de poder del centro (el conocido hara). Dicho de otro modo, es un puente entre las emociones y las reacciones motrices del cuerpo.


The psoas is truly a holistic muscle integrating body, mind, emotion, and spirit*. Liz Koch (2012: 48). 

Ahora pensemos lo que le ocurre al psoas cuando las señales de peligro, el estrés, se mantienen en el tiempo: se contrae, nos encoje, determina la postura y limita el movimiento, afecta al diafragma, al corazón, a las vísceras, y manda señales de alerta al cerebro generando un círculo vicioso, un patrón aprendido que pasa a formar parte del “yo” y que “chupa” nuestra energía. Gracias al aluvión de publicaciones conocemos mejor su papel esencial entre el movimiento, las emociones, la respiración y el cerebro.

Un psoas constantemente tenso afecta drásticamente a todos los aspectos de la comunicación oral, empezando por la creatividad.

* El psoas es un músculo verdaderamente holístico que integra cuerpo, mente, emoción y espíritu.


Licencia Creative Commons  
Esta obra de Antonio Varona está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial

miércoles, 8 de febrero de 2017

Estrés: V. El nervio vago

Caty es una mujer muy activa e inteligente, obtuvo las mejores calificaciones en la facultad, tiene un trabajo y pareja estables. Le apasiona hacerse fotos, tanto, que ha conseguido hacer de ello una actividad profesional, y habitualmente tiene sesiones que prepara con todo detalle e interés. Le encanta cantar, y le hubiera gustado mucho estudiar Arte dramático porque quería ser actriz. Atiende al móvil –los suele perder– a cada momento para gestionar su apretada actividad, sesiones y castings, como si fuese el último día de su vida. Caty reconoce vivir como si fuera a morir. De vez en cuando sufre síncope vasovagal, se desmaya. Esto puede ocurrir cuando el sistema nervioso se tranquiliza o relaja, y a través del nervio vago reduce drásticamente la frecuencia cardiaca y/o la presión arterial.

El vago, décimo par craneal, o neumogástrico, está directamente afectado por la actividad del sistema nervioso autónomo; regula las funciones lentas del organismo vinculadas a la restauración y el equilibrio homeostático: respiración, ritmo cardiaco, presión sanguínea, digestión; pero también la voz –inerva la laringe–, articulación y expresión facial, es decir: ¡la socialización!

Al parecer, la activación eléctrica del vago está demostrando ser muy eficaz en el tratamiento de diversas enfermedades. 

Los estudios demuestran que un tono vagal alto ayuda a nuestro cuerpo a regular mejor los niveles de glucosa en la sangre, reduciendo el riesgo de diabetes, derrames y enfermedades cardiovasculares. Un tono vagal bajo, sin embargo, se asocia a inflamaciones crónicas (Kevin Tracey, neurocirujano).

El neurocientífico Stephen Porges ha mostrado cómo un organismo sin estrés tiene el nervio vago activo, cumpliendo con las funciones homeostáticas saludables señaladas, pero también con un mejor desempeño sensorio-motor, y fortaleciendo las relaciones sociales, algo fundamental para los mamíferos. Porges (1992) explica que cuando el organismo se ve comprometido por factores externos, por ejemplo al sentirse observado, reduce el tono vagal. Cuando la situación se mantiene en el tiempo, la salud y la capacidad de resiliencia se ven mermadas: la función digestiva se verá retardada o paralizada pudiendo aparecer problemas con la alimentación, la función vocal y el lenguaje pueden verse afectados, aparecerán conductas socialmente poco eficaces.

El nervio vago parece cumplir un papel fundamental en la interacción social y la comunicación.