Una pequeña guía para tu trabajo personal con la fonética.
El trabajo con lo sonidos del lenguaje es parte de un entrenamiento más amplio, que abarca desde la concentración básica hasta los elementos de la interpretación. Así que no olvides concentrarte, usar un espacio adecuado e íntimo y un tiempo suficiente sin interrupciones. Piensa primero por qué hacer el entrenamiento y cuáles son tus motivos. Evalúa tu estado mental y físico. Planifica la sesión: tiempo, materiales, contenidos, proceso. Es muy recomendable que tengas en cuenta los elementos técnicos precisos que quieres trabajar, pero también usa la imaginación, hasta donde puedas, con creatividad. Prepara el cuerpo, la respiración y la voz, porque -no lo olvides nunca- son el soporte de la palabra escénica.
Entonces, comienza la preparación de los articuladores: reconocer, sensibilizar, relajar los músculos, movilizar articulaciones y músculos, activarlos, realizar acciones sencillas y divertidas sin olvidar el propósito (esto es: ¿para qué?). Trabaja todos los articuladores: mandíbula, labios, lengua y velo del paladar. Esta fase es muy importante para el entrenamiento de tus habilidades, y aunque sea en parte rutinaria, hará que tu instrumento esté preparado para realizar adecuadamente los sonidos del castellano. Si perseveras, cada vez será más fácil, y estarás preparado para abordar los exigentes textos teatrales, el verso, etc.
Ahora estudia la realización precisa de cada sonido, el lugar y el modo de articulación exactos. No pierdas presencia en tu voz, mantén un volumen suficiente y un tono medio, natural. Repite los sonidos consonánticos acompañados de vocales, precisando cada vez la articulación. Evita tanto el sobreesfuerzo y la tensión, como la excesiva relajación.
Incorpora los sonidos a palabras y frases, poniendo cuidado en realizar de manera correcta los alófonos que aparezcan.
Finalmente, lee (o mejor: repite de memoria, inventa) los textos con fluidez, con elementos e intenciones, usando el ritmo, de modo que los disfrutes.
Al terminar, dedica un minuto a sentir en tu cuerpo el resultado del trabajo, repasar lo hecho, valorar su utilidad en tu proceso de aprendizaje, y tomar notas si lo consideras necesario.
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